Definición de colonialismo:
Término que viene de
su raíz colonia y ésta del latín “coloniam”. Es la doctrina que tiende a
legitimar la dominación política y económica de un territorio o de una nación
por el gobierno de un estado extranjero. Suele llamarse así al proceso iniciado
en el siglo XV con la conquista, asentamiento y explotación, por parte de
Europa, de territorios en América, Oriente y África. A su vez el colonialismo
es el dominio territorial, económico y cultural establecido durante largo
tiempo sobre un pueblo extranjero que se ve sometido a un país dominante.
El colonialismo en
América fue el periodo en el cual las naciones europeas trataron de establecer los
núcleos permanentes de sus instituciones, como base para el desarrollo
político-administrativo y socio-económico de la vida en las nuevas tierras.
La constitución de
esos núcleos se realizó a través de una ininterrumpida oleada migracional que
luego se fusionaría con la población aborigen para transformar sus costumbres y
adecuarlas a los moldes de la civilización europea. La práctica del
colonialismo tiene sus raíces en la más remota antigüedad, época en que se
hicieron famosas las colonizaciones fenicias, egipcias, asirias, griegas,
cartaginesas, romanas etc.
Características del colonialismo en América:
Antiguas colonias
griegas o en el de América se usaba más bien la palabra “colonización” en vez
de colonialismo, ya que en estos casos los territorios colonizados no estaban
subordinados a la metrópolis. Y a todos los habitantes de estos, se les
considera como otros ciudadanos más de la potencia europea.
El movimiento colonizador, a pesar de mostrar
un idéntico concepto, no era de características homogéneas. Estas cambiaban de
acuerdo a la cultura de la nación que estuviese ejerciendo la acción y políticas
de coloniaje.
En los siglos
posteriores al siglo XV, el ejemplo dado por España fue rápidamente seguido por
otras potencias europeas que, conocedoras de los éxitos y provechos recogidos
por los hispanos, se entusiasmaron en seguir sus pasos.
Esas naciones
seguidoras del ejemplo español fueron en orden de importancia, Inglaterra,
Portugal y Holanda.
Cada una de ellas se
empeño en empresas y aventuras por los mares y tierras recién descubiertos; lo
que dio, como resultado inmediato, el establecimiento de colonias con mayor o
menor importancia, que representaron sus propias características en las tierras
que ocuparon.
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